El poder de la palabra de Dios

El poder de la Palabra de Dios en nuestras vidas

Todos hemos escuchado que las palabras tienen poder. Pero creo que si la mayoría tuviéramos conciencia del poder que tienen las palabras y los pensamientos, pensaríamos dos veces antes de aceptar todo lo que escuchamos o pensamos. 

Las palabras tienen un poder transformador. 

En todo lo que él hombre desee tornarse dependerá de lo que escuche constantemente y practique. Piense por un momento ¿Cómo es que un abogado es formado o un medico o cualquier otro profesional? Es obvio que atráves de las palabras que estudia y practica. Esta premisa no es diferente con el hombre o mujer de Dios. El hombre de Dios es formado mediante la meditación e incorporación de la palabra de Dios. 

Por eso, si el hombre se convierte en aquello que estudia y medita e incorpora entonces son las palabras las que compactan un poder transformador capaz de tornar a un hombre ignorante en un determinado tema en un profesional. Observemos los siguientes ejemplos: cuando una persona ignorante en el tema de la biología del cuerpo cuando estudia tales palabras que transportan el conocimiento necesario se acaba tornando en un hombre experto en ese tema y acaba formándose en un doctor, de la misma manera quien estudia leyes humanas acaba formándose en un abogado. 

Cuando nosotros queremos tornarnos en personas de Dios debemos comprender lo vital que es la meditación diaria de palabra de Dios en nuestras vidas, por eso Dios dijo para Moises dejar en claro a Josue: 

Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.” (Josue 1:8)

Observemos que el verso dice: “sino que de día y noche meditarás en él”, ¿en qué tenia que meditar Josue? En las palabras de la ley para ser guiado por la dirección de Dios. 

Hoy en día no es diferente el ser humano se convierte en aquello que constantemente escucha o ve ya que existe un principio que dice: “Quien habla siembra y quien escucha recoge lo sembrado”, en el caso de las palabras estas funcionan como semillas que donde exista tierra fértil (un corazón receptivo) darán sus frutos y transformaran a quienes las escuchen constantemente con un corazón receptivo.

El poder ilimitado de la palabra

La palabra tiene un poder de maldecir como de bendecir. Salomon dijo lo siguiente:

“La muerte y la vida están en poder de la lengua, Y el que la ama comerá de sus frutos.” (Proverbios 18:21)

Esto no deja duda que que las palabras tienen un poder ilimitado capaz de matar y de dar vida. Con las palabras podemos maldecir cómo también bendecir nuestras vidas o la de los demás que nos rodean. Vea lo que Santiago nos dice: 

“De manera que con la misma boca bendecimos y maldecimos. Eso, hermanos míos, no debería ser así.” (Santiago 3:10)

 Por esta razón toda vez que confesamos frases como: “maldito el día en que nací”, “Mi vida no vale nada” u otras frases negativas como estas acabamos desatando un poder negativo que nos debilita de forma espiritual que consecuentemente acabara afectando aun mas en nuestra realidad atándonos en ese poder negativo. Piense conmigo amigo(a) lector: nadie que se la vive maldiciendo su vida con tales palabras puede al final del día esperar algo bueno en su vida por eso se requiere de la mayor vigilancia que podamos tener al hablar y al prestar nuestros oídos para escuchar alguien.  

Las palabras son reveladoras de lo que habita nuestra alma

En la realidad las palabras son el reflejo de lo que habita dentro de nosotros. Nuestro Maestro Jesús no lo pudo decir más claro con las siguientes palabras: “…Porque de la abundancia del corazón habla la boca.” (Mateo 12:34)

Las palabras que salen de los labios de una persona si prestamos bastante atención nos revelarán lo que hay en el alma de ella. Una vez más amigo(a) lector podemos ver la importancia y el poder que tienen las palabras que prestamos atención si de verdad queremos ser hijos de Dios. Ya que:

“El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios.” (Juan 8:47) 

Quien desea ser o tornarse en un hombre o mujer de Dios no debe tolerar una palabra diferente que contradiga a la voluntad de él.

¡Si usted necesita de oración entre en el siguiente anexo y coloque su información y Reciba consejería espiritual!

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